REFLEXION: Más audaces que el cuis

Seguramente todos conocemos ese pequeño animalito llamado cuis, que tal vez no nos caiga muy simpático por su parecido con el ratón, aunque el cuis es limpio e incluso se lo come.
Los que andamos por caminos rurales los vemos cruzar de una cuneta a la otra. Me llama la atención algo que suele hacer este animalito cuando cruza el camino: al escuchar el ruido de algún vehículo que se acerca parece tener miedo, y por más que ya está terminando de cruzar prefiere volverse atrás, volver a la seguridad de donde estaba. Instintivamente hace lo que nosotros racionalizamos diciendo: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Esta actitud la tenemos muy frecuentemente las personas, cuando nos lanzamos a cosas nuevas, pero cuando vemos el peligro, cuando no nos sentimos seguros, volvemos hacia atrás. Y todo aquello tan lindo que habíamos soñado lo dejamos y volvemos a la seguridad de lo que estábamos haciendo.
Y esto también nos pasa en nuestra acción pastoral, se nos proponen cosas nuevas, un espíritu nuevo, y de entrada nos entusiasmamos al ver que nuestra pastoral tiene que ir por allí, pero cuando nos lanzamos y perdemos nuestras seguridades por ir a lo desconocido, hacemos lo del cuis: nos volvemos hacia atrás, porque en donde estábamos seguros.
La Iglesia, en Aparecida, nos propone el gran desafío de la “conversión pastoral”:
La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera.” (D.A. 370).
Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe.” (D.A. 365).
La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales.” (D.A. 367).
Conversión pastoral”, “abandonar estructuras caducas”, “renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales” no serán posibles si no tenemos más audacia que el cuis. Nunca seremos una Iglesia “decididamente misionera” si no nos animamos a cruzar “a la otra orilla”, sin volvernos hacia atrás cuando sintamos el peligro. No caigamos en la tentación de volver a nuestras seguridades de siempre, que nos dejan inmovilizados. Somos hijos de una Iglesia-Madre que es misionera por naturaleza, no nos quedemos aferrados al “siempre se hizo así”. Como el cuis, salgamos de nuestra cueva, pero dispuestos a no regresar, a pesar de los miedos que podamos sentir y de la gran tentación de volver hacia atrás, hacia ese lugar donde nos sentíamos seguros.
Estando en una reunión de EDIPA (Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen) en Las Lomitas (Formosa) un aborigen, en varias oportunidades, en lugar de leer “Aparecida” leía “apariencia”. Sus palabras serán una profecía si no tenemos más audacia que el cuis. El Documento de Aparecida no será puesto en práctica si no tenemos más audacia que el cuis, nuestra Iglesia no será misionera si no tenemos más audacia que el cuis.

Claudio Castricone, 15 de Octubre de 2009

No hay comentarios: